el folletín de la poesía contemporánea

novela ensayo en capítulos mensuales, que se propone analizar la generación del 90 en poesía,
y sus ramificaciones hasta hoy

martes, 12 de enero de 2010

Evaristo Carriego

Una de las lecturas fundamentales para entender la poesía del noventa es el Evaristo Carriego de Borges. Pareciera que los autores de esa generación aceptaron las ideas que se derivan de ese texto, como moral poética que orientó su propia escritura. Borges analiza la obra de Carriego y en ella detecta el origen de una voz nueva, específica, que representa a través de los temas y el modo de decirlos, la cultura popular de los suburbios de Buenos Aires a comienzos del siglo 20, y de ese modo se transforma en punto de partida de una tradición literaria porteña (poesía de los barrios pobres, el realismo en literatura, lo que Berni fue para la pintura argentina del siglo 20):

“Creo que fue el primer espectador de nuestros barrios pobres y que para la historia de nuestra poesía, eso importa. El primero, es decir el descubridor, el inventor”

Borges trabaja sobre la idea de que existe algo que podría denominarse el alma de una época en un lugar y tiempo determinados, donde un conjunto de personas coexisten generando una cultura única e irrepetible. Raymond Williams lo llama estructura de sentimiento, una experiencia específica desarrolla un nuevo modo de sentir, luego comienza a expandirse el fenómeno, emerge, hasta que finalmente es aceptado y adoptado masivamente, se institucionaliza. Borges analiza el proceso de canonización del tango:

“mis asesores concordaban en un hecho esencial: el origen del tango en los lupanares... El instrumental primitivo de las orquestas - piano, flauta, violín, después bandoneón - confirma, por el costo, ese testimonio; es una prueba de que el tango no surgió en las orillas, que se bastaron siempre, nadie lo ignora, con las seis cuerdas de la guitarra. Otras confirmaciones no faltan: la lascivia de las figuras, la connotación evidente de ciertos títulos (El choclo, El fierrazo), la circunstancia, que de chico pude observar en Palermo y años después en la Chacarita y en Boedo, de que en las esquinas lo bailaban parejas de hombres, porque las mujeres del pueblo no querían participar en un baile de perdularias. Evaristo Carriego la fijó en sus Misas herejes... Muchos años requirió el Barrio Norte para imponer el tango – ya adecentado por París, es verdad – a los conventillos, y no sé si del todo lo ha conseguido. Antes era una orgiástica diablura; hoy es una manera de caminar... La índole sexual del tango fue advertida por muchos, no así la índole pendenciera. Es verdad que las dos son modos o manifestaciones de un mismo impulso, y así la palabra hombre, en todas las lenguas que sé, connota capacidad sexual y capacidad belicosa, y la palabra virtus, que en latín quiere decir coraje, procede de vir, que es varón”

Advierte que en el caso del tango, el origen marginal del fenómeno no está determinado por circunstancias socio-económicas sino morales, es decir, al comienzo fue marginal porque se lo consideró inmoral, por surgir en los prostíbulos y por representar el comportamiento sexual. Sin embargo en general se considera que el proceso de canonización está determinado socialmente, las clases altas son los sectores más conservadores porque siempre procuran mantener inalterable ese estado de cosas en el que ellos detentan el poder, por eso siempre se ubican un paso atrás en la generación de cultura, las tendencias nuevas surgen en la periferia, en los sectores marginales de las sociedades,

“Carriego, muchacho de tradición entrerriana, criado en las orillas del norte de Buenos Aires, determinó aplicarse a una versión poética de esas orillas”

pero sólo los poderosos pueden validarlo, porque son los que manejan la industria de la cultura, los políticos, los capitalistas, en este momento por ejemplo los que manejan los medios masivos de comunicación. Evaristo Carriego es según Borges, por el lugar en que vivió en los suburbios de la Buenos Aires de su época, el primero en detectar y reproducir esa nueva voz que comienza a gestarse hasta imponerse como esencia de lo específico porteño del 900. La tradición iniciada por Carriego es retomada y llevada a su reducción al absurdo por los de Boedo,

“Carriego se estableció en esos temas, pero su exigencia de conmover lo indujo a una lacrimosa estética socialista, cuya inconciente reducción al absurdo efectuarían mucho después los de Boedo”

y finalmente le va a tocar a él, el erudito de la clase alta porteña, canonizarlo treinta años después.

El tema es que ese mecanismo de emergencia y canonización es un fluir continuo interminable; cada época, y hasta cada generación produce una nueva estructura de sentimiento, que en definitiva siempre da cuenta de lo mismo, se trata de una nueva forma de sentir lo mismo: cómo se transforma el impulso animal del hombre, su voluntad de poder, en el seno de una sociedad generando cultura. El artista como una antena detecta y registra, detecta y registra, y sus ideas son canonizadas por los medios masivos de comunicación. Las nuevas tecnologías aceleran la producción y reproducción de las tendencias al ritmo de la moda, las modas pasan, los artistas pasan, se produce una renovación continua, los jóvenes traen las ideas nacientes y luego son descartados y reemplazados, pero los gestores culturales, los políticos y capitalistas del arte, y los que dominan los medios de comunicación que son los que deciden qué tendencias de las surgentes imponen y cuáles no, se perpetúan y continúan enriqueciéndose en ejercicio del poder. A partir del noventa en Buenos Aires el Evaristo Carriego de Borges fue usado como Biblia, fundamento de la maquinaria de reproducción de la cultura de “tendencias” en la literatura. No sólo en la elección de los temas, en la intención de registrar el lenguaje en uso, el “lunfardo” rioplatense contemporáneo, incluso algunos títulos fueron extraídos de ese famoso texto, dice en una nota a pie de página:

“La épica circunstanciada del tango ha sido escrita ya: su autor, Vicente Rossi; su nombre en librería: Cosas de negros (1926), obra clásica en nuestras letras...”

Más adelante en el texto:

“Es sabido que Wolf, a fines del siglo XVIII, escribió que la Ilíada, antes de ser una epopeya, fue una serie de cantos y de rapsodias; ello permite, acaso, la profecía de que las letras de tango formarán, con el tiempo, un largo poema civil, o sugerirán a algún ambicioso la escritura de ese poema”

Y la generación del noventa fue creadora y víctima de su propio invento. Me propongo contar en capítulos en este blog, lo que sé, lo que pude averiguar acerca de esa historia, y analizar los principales textos de la poesía argentina contemporánea. Que las musas y los dioses me iluminen para hacer justicia, ya que no tengo, quizás, suficiente perspectiva histórica; y que mis palabras sean sinceras, honestas lo más posible.