el folletín de la poesía contemporánea

novela ensayo en capítulos mensuales, que se propone analizar la generación del 90 en poesía,
y sus ramificaciones hasta hoy

martes, 2 de febrero de 2010

La casa

La casa de Carriego no fue sólo un espacio físico, esa biblioteca pública en la que comenzó trabajando Juan Desiderio en 1988 y terminó de trabajar Cucurto en 2009, fue objeto de disputa de las facciones político-literarias hasta no hace mucho. Porque la casa de Carriego es también, inconscientemente, un objeto simbólico importantísimo de la poesía de esa generación que nos proponemos estudiar. Los primeros poetas del noventa comenzaron a conocerse en los pasillos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, pero se agruparon a partir del encuentro que se organizó y llevó a cabo en el teatro San Martín para celebrar el regreso a la Argentina del poeta Juan Gelman en 1988. Desde ese momento el centro de reunión fue la biblioteca Tuñón, donde Desiderio empezó a trabajar justamente en 1988, que funcionaba en la casa de Carriego. Ahí estuvo trabajando Juan de 1988 a 1991, luego entre 1993 y 1995, se cierra por refacciones hasta 1997 y vuelve hasta el 2001. Allí los poetas del 90 conocieron a los de la generación anterior; Gianuzzi, Lamborghini, Gelman, Orozco, Bocanera, Bignozzi dieron talleres y charlas que se organizaban en la biblioteca; mientras en forma paralela comenzaban a producir y editar sus textos en publicaciones como la Mineta y la revista 18 Whiskies entre otras. La generación del noventa, (Villa, Desiderio, Durand, Edwards, Rojo, Ainbinder, Casas, Raimondi, Ezequiel y Manuel Alemián), comenzó a autoeditarse oponiéndose al monopolio del Diario de Poesía en cuanto a opinión literaria y difusión. Cucurto y Ríos aparecieron en escena después. Rubio y Gambarotta por su parte empezaron su camino en la literatura asistiendo a un taller que coordinaban conjuntamente Helder y Carrera. El Diario realizó la antología de poesía argentina y latinoamericana más importante que se conoce, y un trabajo impresionante de traducción, centrado principalmente en la poesía inglesa y norteamericana del siglo 20. Seguía la línea de Borges, admirador profundo de la poesía contemporánea y literatura en lengua inglesa, Borges había acompañado la evolución de los tiempos del siglo 20, que se caracterizó entre otras cosas por el predominio imperialista de la cultura anglosajona. El siglo 20 del arte comenzó en París y terminó en New York; y Borges fue, desde mi humilde punto de vista, el artista más representativo de ese proceso a nivel mundial. Los argentinos fuimos durante todo el siglo 20 los conejillos de india del planeta, las ratas de laboratorio del mundo; y seguimos siendo. Pero dejemos la opinión y volvamos a los hechos. Los del 90 eran lectores del Diario de Poesía, como en la universidad no se estudiaba poesía contemporánea, el Diario era el complemento de su formación. Cuando se encontraron y comenzaron a agruparse, escribir, editarse y compartir descubrimientos literarios, renegaron de la carrera de Letras, que no incluía en los programas lo que a ellos les interesaba, y dejaron la universidad para dedicarse por entero a la poesía, todos excepto Edwards que se recibió y es el único Licenciado en Letras de esa generación. Por eso es notable que a pesar de que comienzan a autoeditarse como reacción ante el monopolio del Diario, sin embargo, la tradición literaria que avalan es la misma, gustan de los mismos poetas, traducción de poesía contemporánea inglesa y norteamericana y la poesía latinoamericana que sigue esa línea: el objetivismo. Ellos se educaron (paralelo a la universidad) leyendo el Diario, aunque después ampliaron sus lecturas y descubrieron muchos autores, por ejemplo Durand, a partir de su viaje a Londres para estudiar inglés en 1994. Por eso también al Diario le gusta mucho la nueva producción poética que surge de esta generación, y quiere publicarlos. Ahí aparecen los primeros conflictos, comienzan las luchas de poder entre los poetas, se dividen las opiniones: algunos consideran que es bueno publicar en el Diario, una publicación que valoran mucho y ahora les ofrece la posibilidad de formar parte. Otros piensan que no, que no es conveniente entregar los textos sino mantenerse firmes en la posición de autoeditarse, para no ser tragados por el Diario, inmenso... y monopólico, porque sería cederles el poder que hay en los textos, entregarles el fruto de su imaginación. El que encabezó ese segundo punto de vista fue Durand, propietario de la casa en la que se reunían para planear la edición de la 18 Whiskies, y casi convivían en esa casa. Su posición era la más dura en ese aspecto, los demás pensaban que era posible hacer las dos cosas al mismo tiempo, es decir, editar sus poemas en el Diario y a su vez autoeditarse. Durand sostenía que no, que si entregaban sus textos, sus publicaciones perderían la fuerza de la exclusividad de autores. ¡Como cambian los tiempos! En ese momento era honorable autoeditarse, implicaba ser autónomo y protagonista de la propia historia; hoy al revés, parece que si uno se edita a sí mismo es porque nadie lo quiere publicar, como hacer autobombo, o algo así, cuando en realidad la publicación se ha transformado en una forma de hacer política literaria, al volverse más accesible la edición por las nuevas tecnologías, se convierte en un fenómeno masivo, y publicar a otros es una manera de avalarse mutuamente, a veces más allá de la calidad de los textos, y en realidad el que se edita a sí mismo por lo menos se paga su propia mierda y no se la vende como un buzón al vecino. Ahora bien, digamos que se conformaron dos polos, los del 90 y el Diario; y el campo de comunión y batalla es: la casa de Carriego, a la luz de la doctrina de Jorge Luis Borges. En 2001 se funda la Casa de la Poesía en la casa de Carriego y empieza a funcionar en paralelo con la biblioteca Tuñón, donde trabajaba Juan Desiderio. La Casa de la Poesía dependiente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires sería una entidad para la organización de eventos literarios, y los que estarían a cargo serían Ariel Schiettini y Guadalupe Salomón, ambos profesores en la carrera de Letras de la UBA, la universidad procuraba recuperar el lugar protagónico que tuvo en los 80 y había perdido en la escena literaria (una publicación que caracterizó la década del 80 es la Revista Literal, del académico y crítico Héctor Libertella, que fue profesor en la Universidad de Buenos Aires, New York y México, propuso un modo de abordaje de los textos literarios desde el sicoanálisis lacaniano y las teorías lingüísticas; con el fin de la dictadura militar en Argentina se produce un auge del sicoanálisis y una liberalización de los costumbres, comienza a proliferar la literatura de género, el circuito literario ligado a la carrera de Letras de la UBA canoniza a Osvaldo Lamborghini, Perlongher, Pizarnik, aparecen en escena sus seguidores Carrera y Bellesi. Por otro lado reaparece y se continúa una línea más política del 70 en Gelman; transformada en Leónidas Lamborghini, porque a pesar de su filiación política peronista, la poesía de Leónidas también se basa en un trabajo muy formal sobre la materia lingüística. También encontramos la experimentación lingüística en Zelarrayán, por ejemplo en Roña criolla, aunque su indagación se orienta a la búsqueda de reproducción del lenguaje en uso de una zona específica -el litoral contemporáneo-, por eso es el poeta que toma la generación del 90 como referente principal de su escritura, reproducción de lo específico de la experiencia, reaccionando contra los discursos codificados: el sicoanálisis, la ideología política, la camiseta gay). Volviendo a los hechos, junto a Salomón y Schettini comienza a trabajar en la Casa de la Poesía también Cucurto. Entonces Schettini se pelea con Desiderio, (hay que pelearse con Desiderio... jajajaja, ¡¡¡es una de las personas más pacíficas que conozco!!! Juancito es un amor y realmente le chupan un huevo las disputas políticas). Finalmente Desiderio es desplazado del cargo y trasladado a la biblioteca donde trabaja actualmente en parque Chacabuco. Pero Schettini no dura mucho en el cargo, varios pretenden su lugar, y finalmente lo ocupa Daniel Helder. A partir de ese momento hasta el 2006 más o menos, continúa la actividad intensa en la casa de la Poesía, talleres, lecturas, eventos literarios, allí siguen reuniéndose los poetas y de esos encuentros surgen nuevas movidas. Acompaña ese proceso el nombramiento de Bielsa como Canciller del primer gobierno K. Bielsa junto a Helder y Prieto son amigos escritores oriundos de Rosario, (Bielsa era poeta en sus inicios aunque usted no lo crea), así que la Cancillería Argentina en esas épocas colaboró mucho en la organización de eventos de poesía, festivales y pasajes para que los poetas viajaran al interior y exterior del país. A partir del 2005 aproximadamente Muxica, como funcionario de la Dirección del Libro, comienza a promover actividades en la Casa de la Poesía que generan muchas rencillas internas, las actividades en la casa se traban, Helder y Cucurto continúan allí pero sin autonomía de acción, y entonces es cuando ocurre un papelón: se publica en la Habana una antología de poesía argentina contemporánea con el título “El arcano o el arca no”, figura Muxica como realizador de la selección, para la cual no pidieron autorización a, (por lo menos que yo sepa), varios autores, incluye entre otros, poemas de un tal “Daniel Durán”. Pero los poemas malísimos los sacaron por error de Internet de la página de un poeta español, un desastre. Muxica renuncia en el 2007 por desacuerdo político con el nuevo Jefe de Gobierno de la Ciudad. Las actividades en la Casa se paralizan, hasta que a mediados del 2009 Cucurto y Helder se ven obligados a renunciar y se van. Hoy ya no es un lugar de encuentro de los poetas.