el folletín de la poesía contemporánea

novela ensayo en capítulos mensuales, que se propone analizar la generación del 90 en poesía,
y sus ramificaciones hasta hoy

martes, 16 de octubre de 2012

Acerca del machismo en la poesía argentina

Paula Peyseré, Malena Rey, Florencia Castellano, Daniela Pasik y Mercedes Halfon me escribieron para preguntarme, con respecto a la discusión que se desató después de la inauguración de los talleres de Embalse, si yo pensaba realmente que había machismo en la literatura argentina, y en qué sentido. Me copé contestando estas preguntas y esto les respondí: ¿Leés a poetas mujeres argentinas? ¿a quiénes? ¿Creés que tiene alguna particularidad la poesía escrita por mujeres en relación a la escrita por hombres? Si es así, ¿Cuáles? ¿Aparecen en tu poesía? ¿Considerás que en el campo literario hay una circulación de sesgo machista? Por campo literario nos referimos a la crítica, el canon, las antologías, los grupos. Vamos a analizar dos ejemplos paradigmáticos de la historia de la poesía argentina: Alfonsina y Olga Orozco. Si observamos el caso de Alfonsina vemos que fue totalmente ninguneada por le élite literaria de su época que eran Borges y sus amigos reunidos en torno a la revista Sur, y hasta se burlaron de su obra. Este caso muestra uno de los aspectos del machismo literario argentino, para que una mujer sea reconocida dentro del ámbito de la poesía debe ser la hija de, la esposa de, la amante de, o tener dinero para financiar los emprendimientos literarios de los hombres entregados por completo al estudio, la escritura y las reuniones de cenáculo. Como si los honores fueran una transferencia del poder de los hombres, que las mujeres reciben al establecer algún vínculo de tipo institucional paternalista. Recordemos que el dinero también es una transferencia del poder de los hombres ya que las mujeres lo recibían por herencia o matrimonio. Alfonsina no fue aceptada en el círculo de la intelectualidad porteña porque era autosuficiente, es decir, era pobre, trabajaba, se autosustentaba y nunca enmarcó su actividad en ninguna institución paternalista. Incluso hasta el día de hoy cuestionan el valor de su obra los intelectuales argentinos hombres. Escuché muchas opiniones que prueban mi afirmación. Esta clase de machismo opera en el aspecto social de los círculos literarios porteños. Veamos el caso de Olga Orozco. Cuando comencé a tener trato con el ambiente literario porteño me llamó mucho la atención que una autora que yo consideraba incuestionable su obra, todos los poetas con los que hablaba me decían que no les gustaba, era Orozco. Les pido que hagan una encuesta a ver qué opiniones recolectan, entre los poetas de 30 años o más, de diferentes grupos o clanes literarios. Es increíble observar el corporativismo que despliegan, aún los que se odian históricamente, se paran en veredas enfrentadas y nos quieren hacer creer que adscriben a estéticas diferentes, al fin y al cabo todos están de acuerdo en que Orozco no les interesa. Señala otro aspecto del machismo literario porteño que tiene que ver con la persecución sistemática del principio ying en poesía. Es posible reconocer, como en cada esfera de la realidad, dos principios que se combinan y tejen la trama de la poesía: un principio yang relacionado con lo exterior y objetivo, un punto de vista distanciado y racional que ofrece la visión de una especie de mapa de situación. Por otro lado un principio ying relacionado con una perspectiva más subjetiva, podríamos decir sesgada, que surge de la expresión de la interioridad y los sentimientos, más lírica, que al final también va a dar cuenta de la estructura de sentir de su época, pero por vía inversa, no a través de la representación del mundo de los objetos exteriores sino por medio de la introspección. Estas dos formas paradigmáticas de la contemplación no son un invento mío, pueden buscar más información en el hexagrama número 20 del I Ching. Entonces, ¿por qué rechazan la obra de Orozco? Porque es la expresión máxima del principio ying en la poesía argentina, que denominan lo “neorromántico”. Creo que todas las obras poéticas están construidas a partir de la interacción de estos dos principios pero en cada composición predomina un principio u el otro. La persecución fascista del principio ying en poesía es el segundo aspecto machista de la poesía argentina. En mi caso personal, cuando iba a publicar Las bellezas..., di el libro a varios poetas contemporáneos para conocer sus opiniones y hacer las últimas correcciones del libro. Esto ya lo conté anteriormente en el blog, pero las respuestas que recibí fueron unánimes: el poema Jazbec a todos los poetas les pareció el mejor, me dijeron que señalaba el rumbo de la corrección que debía realizar; por otro lado todos al unísono, sugirieron que eliminara el poema Evolución. El poema Jazbec trata de un animal característico de la zona de los viñedos en Eslovenia, mi abuelo y sus hermanos no sabían la traducción del nombre al español, entonces desde niña cuando me contaban las historias del viñedo, me describían al animal, su comportamiento y su relación con los humanos, para que yo pudiera armar una idea mental de qué se trataba. Y en mi imaginación creció como un monstruo, cuando en realidad al comenzar los estudios del idioma en 2004, me enteré que se trata de un simple mapache. Con respecto a Evolución, es el único poema del libro en el que el sujeto poético es coincidente con el autor del libro, osea yo. Todos los otros poemas fueron escritos a partir de historias que me contaron diferentes personas que vivieron, en distintos momentos y situaciones, la historia Eslovenia. Sobre gustos no se puede juzgar, cada uno tiene derecho a preferir o no determinado estilo literario, pero... ¿no les resulta llamativo que me alentaran a la descripción casi enciclopédica y me desalentaran la expresión subjetiva más radical del libro? Quiero decir, a partir de Orozco vemos que respecto de la poesía escrita por mujeres, se va a celebrar y valorar a las mujeres poetas en tanto adopten el principio yang en su escritura, y se va a desalentar y ningunear el principio ying en la poesía. Este doble aspecto machista de la poesía argentina se mantiene vigente con más fuerza que nunca en el campo intelectual argentino.