el folletín de la poesía contemporánea

novela ensayo en capítulos mensuales, que se propone analizar la generación del 90 en poesía,
y sus ramificaciones hasta hoy

martes, 16 de octubre de 2012

Acerca del machismo en la poesía argentina

Paula Peyseré, Malena Rey, Florencia Castellano, Daniela Pasik y Mercedes Halfon me escribieron para preguntarme, con respecto a la discusión que se desató después de la inauguración de los talleres de Embalse, si yo pensaba realmente que había machismo en la literatura argentina, y en qué sentido. Me copé contestando estas preguntas y esto les respondí: ¿Leés a poetas mujeres argentinas? ¿a quiénes? ¿Creés que tiene alguna particularidad la poesía escrita por mujeres en relación a la escrita por hombres? Si es así, ¿Cuáles? ¿Aparecen en tu poesía? ¿Considerás que en el campo literario hay una circulación de sesgo machista? Por campo literario nos referimos a la crítica, el canon, las antologías, los grupos. Vamos a analizar dos ejemplos paradigmáticos de la historia de la poesía argentina: Alfonsina y Olga Orozco. Si observamos el caso de Alfonsina vemos que fue totalmente ninguneada por le élite literaria de su época que eran Borges y sus amigos reunidos en torno a la revista Sur, y hasta se burlaron de su obra. Este caso muestra uno de los aspectos del machismo literario argentino, para que una mujer sea reconocida dentro del ámbito de la poesía debe ser la hija de, la esposa de, la amante de, o tener dinero para financiar los emprendimientos literarios de los hombres entregados por completo al estudio, la escritura y las reuniones de cenáculo. Como si los honores fueran una transferencia del poder de los hombres, que las mujeres reciben al establecer algún vínculo de tipo institucional paternalista. Recordemos que el dinero también es una transferencia del poder de los hombres ya que las mujeres lo recibían por herencia o matrimonio. Alfonsina no fue aceptada en el círculo de la intelectualidad porteña porque era autosuficiente, es decir, era pobre, trabajaba, se autosustentaba y nunca enmarcó su actividad en ninguna institución paternalista. Incluso hasta el día de hoy cuestionan el valor de su obra los intelectuales argentinos hombres. Escuché muchas opiniones que prueban mi afirmación. Esta clase de machismo opera en el aspecto social de los círculos literarios porteños. Veamos el caso de Olga Orozco. Cuando comencé a tener trato con el ambiente literario porteño me llamó mucho la atención que una autora que yo consideraba incuestionable su obra, todos los poetas con los que hablaba me decían que no les gustaba, era Orozco. Les pido que hagan una encuesta a ver qué opiniones recolectan, entre los poetas de 30 años o más, de diferentes grupos o clanes literarios. Es increíble observar el corporativismo que despliegan, aún los que se odian históricamente, se paran en veredas enfrentadas y nos quieren hacer creer que adscriben a estéticas diferentes, al fin y al cabo todos están de acuerdo en que Orozco no les interesa. Señala otro aspecto del machismo literario porteño que tiene que ver con la persecución sistemática del principio ying en poesía. Es posible reconocer, como en cada esfera de la realidad, dos principios que se combinan y tejen la trama de la poesía: un principio yang relacionado con lo exterior y objetivo, un punto de vista distanciado y racional que ofrece la visión de una especie de mapa de situación. Por otro lado un principio ying relacionado con una perspectiva más subjetiva, podríamos decir sesgada, que surge de la expresión de la interioridad y los sentimientos, más lírica, que al final también va a dar cuenta de la estructura de sentir de su época, pero por vía inversa, no a través de la representación del mundo de los objetos exteriores sino por medio de la introspección. Estas dos formas paradigmáticas de la contemplación no son un invento mío, pueden buscar más información en el hexagrama número 20 del I Ching. Entonces, ¿por qué rechazan la obra de Orozco? Porque es la expresión máxima del principio ying en la poesía argentina, que denominan lo “neorromántico”. Creo que todas las obras poéticas están construidas a partir de la interacción de estos dos principios pero en cada composición predomina un principio u el otro. La persecución fascista del principio ying en poesía es el segundo aspecto machista de la poesía argentina. En mi caso personal, cuando iba a publicar Las bellezas..., di el libro a varios poetas contemporáneos para conocer sus opiniones y hacer las últimas correcciones del libro. Esto ya lo conté anteriormente en el blog, pero las respuestas que recibí fueron unánimes: el poema Jazbec a todos los poetas les pareció el mejor, me dijeron que señalaba el rumbo de la corrección que debía realizar; por otro lado todos al unísono, sugirieron que eliminara el poema Evolución. El poema Jazbec trata de un animal característico de la zona de los viñedos en Eslovenia, mi abuelo y sus hermanos no sabían la traducción del nombre al español, entonces desde niña cuando me contaban las historias del viñedo, me describían al animal, su comportamiento y su relación con los humanos, para que yo pudiera armar una idea mental de qué se trataba. Y en mi imaginación creció como un monstruo, cuando en realidad al comenzar los estudios del idioma en 2004, me enteré que se trata de un simple mapache. Con respecto a Evolución, es el único poema del libro en el que el sujeto poético es coincidente con el autor del libro, osea yo. Todos los otros poemas fueron escritos a partir de historias que me contaron diferentes personas que vivieron, en distintos momentos y situaciones, la historia Eslovenia. Sobre gustos no se puede juzgar, cada uno tiene derecho a preferir o no determinado estilo literario, pero... ¿no les resulta llamativo que me alentaran a la descripción casi enciclopédica y me desalentaran la expresión subjetiva más radical del libro? Quiero decir, a partir de Orozco vemos que respecto de la poesía escrita por mujeres, se va a celebrar y valorar a las mujeres poetas en tanto adopten el principio yang en su escritura, y se va a desalentar y ningunear el principio ying en la poesía. Este doble aspecto machista de la poesía argentina se mantiene vigente con más fuerza que nunca en el campo intelectual argentino.

martes, 31 de julio de 2012

Rambo misión Embalse

El otro día en una mesa de debate que se organizó con motivo de la inauguración de los talleres literarios Embalse recibí por lo menos tres dardos envenenados, y voy a usar estas palabras como Rambo usó el cuchillo para sacarlos de la carne, internet será el espejo que me permita realizar la operación casera. El primer disparo me hirió en el brazo derecho, pues se dijo que Gog y Magog es una editorial del 90, y que lo único identificable como post 2000 serían Blatt como supuesto representante de una línea que llamaron “lírica” que se distancia de la estética de los 90; y la editorial Spiral Jetty como representante de una corriente formalista que también sería algo supuestamente novedoso. No sé si adjudicarlo a la desinformación o si entenderlo de manera intencionada, pero me inclino por lo segundo ya que esto lo escuche de parte de quienes habían llevado un discurso preparado, pensado a la mesa de debate, pues habían sido convocados como expositores y yo no subestimo a nadie. Los fundadores de Gog y Magog Petrecca, Lobov y quien les habla, nos conocimos en el año 2000 en un taller mientras corregíamos y escribíamos nuestros primeros libros (a Colagiovanni la conocimos en 2004); y en el 2003 decidimos juntarnos y armar una editorial para publicar esos primeros libros nuestros y los de otros autores amigos también inéditos. La primera colección de libros salió en 2004 incluyendo libros de Lucía Bianco y Francisco Garamona, (que solo había publicado alguna cosita en el 2000, pero era prácticamente inédito y recién comenzaba a intervenir en el ámbito literario). En mi caso personal, yo no tuve absolutamente ningún contacto con la poesía contemporánea hasta 1999, y como nací en 1976, en 1990 tenía 14 años, y aunque ya escribía y leía bastante literatura, en realidad jugaba al jockey, quería ser modelo y veía Montaña rusa. Petrecca, Lobov, Bianco, Colagiovanni, Garamona, Fragasso, Rodríguez y otros, no sé qué hacían en los 90, pero ninguno superaba los 14 años, mientras los autores del 90 tenían entre 20 y 25, estudiaban Letras y se juntaron con motivo de la venida del poeta Juan Gelman a la Argentina. Es cierto que Gog y Magog publicó autores del 90 como Durand, Rubio, Edwards, Rojo, Villa, Desiderio, pero tenemos más de 60 títulos publicados, de los cuales 10 a los sumo serán autores del noventa, 20 aproximadamente son traducciones... y el resto autores que escribieron a partir del 2000. Se puede pensar que los autores que publicamos y los editores estábamos influidos por la poética del 90, (lo que es muy discutible), pero afirmar que somos una editorial del 90 es imposible porque las fechas lo desmienten. Además Spiral Jetty que es una editorial que me gusta y los aprecio mucho a los Alemianes, justamente está dirigida por autores que produjeron su obra poética principalmente en los 90, y los autores que publican muchos de ellos también participaron activamente durante esa década. Incluso en el caso de Blatt... ¿puede decirse que su poesía es más diferenciable de la estética de los 90 que la de Lobov, Petrecca, o la mía?, por poner algunos ejemplos. Me pregunto entonces, cuál puede llegar a ser la intención de quien afirma esta burrada, y no se me ocurre otra respuesta: se sabe que el ambiente de la poesía es muy competitivo. El segundo disparo me hirió en la mano, se preguntaban cuáles son las condiciones que favorecen la creación de una nueva subjetividad poética, y entonces sin justificación afirmaron que la traducción y lectura de poesía extranjera no pueden aportar nada, porque... ¿qué se puede descubrir que no se haya hecho? Bueno, es obvio que el que no traduce le reste importancia a la tarea de traducción. Gog y Magog dedica gran parte de su trabajo a la traducción y publicación de poesía extranjera, y no porque creamos que hay algo por descubrir, en realidad históricamente siempre los poetas se han nutrido de la lectura entre otras cosas para construir su propia escritura. Y en el mundo globalizado en que vivimos, si tiene que surgir una nueva estructura de sentimiento surge a nivel global, por lo cual estar al tanto de lo que se escribe en otros lugares es tan importante como conocer a los contemporáneos que viven en el mismo país. Desde mi punto de vista la poesía se alimenta de la lectura, el descontrol de los sentidos, la interacción intensa con otros poetas contemporáneos, las desgracias personales, el sufrimiento, y por supuesto las condiciones materiales de existencia. Pero un poeta que no lee, carece de uno de los principales combustibles literarios. Promover la no lectura de poesía entre los jóvenes porque “sos genial, no necesitás leer nada porque lo tenés todo” para mí es inmoral. Es una forma de eliminar competencia. Es muy conocida la posición de Goethe frente a los que pretendían en su época que ser nacionalista era publicar y difundir la literatura alemana, mientras Goethe por el contrario, sostenía que en realidad el verdadero nacionalismo consistía en traducir la literatura del mundo al alemán, pues implicaba incorporar, apropiarse de la historia de la cultura occidental. También se dijo que bueno, Durand ya había traducido la poesía china en los 90 pero... “¿qué más se puede hacer al respecto?” ¡Y bastante más se hizo! Durand tradujo algunos poemas de Tu Fu del inglés al español, y la versión que creó es hermosa, pero detrás de la antología de Petrecca hay una investigación única de la poesía actual en China, ¡y son 100 poemas que tradujo directamente del chino al español! No sé cuántos pueden hacer eso... Por no hablar de las otras traducciones publicadas en Gog que son buenísimas. El tercer disparo fue al corazón pero falló, y solo rozó de costado la mejilla, una herida superficial por observar un nuevo intento por tender un puente directo desde los machos del 90 a los minimachitos actuales sin solución de continuidad, pasando por encima de un montón de poetas mujeres que parecemos no existir o no haber existido jamás. Yo sé que todas sentimos lo mismo y nos identificamos en este punto, y creo que deberíamos crear un movimiento, una editorial o simplemente una red virtual de mujeres poetas argentinas. Pero para terminar quiero decir que en definitiva las categorías que agrupan poetas en generaciones, clanes, grupos, género, todos sabemos bien que son arbitrarias y pelotudas; porque la poesía es creación de un sujeto individual, y por más que los poetas se junten o no, sean reseñados o no, sean incluidos o no en las categorías de la crítica, más allá de los clanes y los movimientos literarios, la genialidad de un poeta no sé sabe de donde viene y no se puede levantar ni tapar con política, dinero o poder, porque como decía mi bisabuela calabresa (en dialecto que no sé bien cómo se escribe): “a la squaliata di la neve si vide l’stronzi”, y quiere decir “cuando se derrite la nieve se ven los soretes”.

lunes, 20 de junio de 2011

Vie, vie, vie...raire

Al principio cuando lo conocí nos encontrábamos seguido a conversar sobre poesía y política, entonces, uno de sus rivales literarios me dijo: “vos lo considerás un amigo pero no te das cuenta que nada más está viendo a ver si te puede garchar, y seguro que le parece una mierda lo que escribís, ni siquiera te considera un par intelectual”. Y puede ser que no me considere una amiga, porque como su rival y otros noventas, seguramente cree que la amistad y la enemistad, así como la rivalidad literaria son cosas entre varones. A las chicas nos tienen reservada la función sexual, porque tienen prohibido por ley objetivista expresar sus sentimientos. Que lo que escribo le parece una mierda ya lo sé, me lo dijo él mismo, una tarde en Billinghurst pasamos cuatro horas hablando de poesía y política, frente a frente, con el cenicero en el justo medio entre nosotros, tomamos mate y fumamos un paquete de cigarrillos, cada uno. Me dijo que lo único bueno que había escrito era el poema Tornado de Transformaciones. Le leí un poema nuevo, Evolución, que ahora está al final de Las bellezas del lobo, todavía corregía el libro, así que le pedí una opinión, me dijo que era una basura neorromántica, algunos verbos como “busco…” le parecieron realmente horrendos, y la palabra “transida” directamente abominable. Encima empezaba en ese momento con una cita del evangelio de Juan; como yo le discutía me dijo “si querés dejá el poema, pero por favor sacale esa basura bíblica del comienzo por favor”. Y le hice caso, no solo en eso, aparte cambié “transida” por “atravesada”, así que yo sí me siento su amiga y le agradezco, por su sinceridad y las correcciones que me ayudaron. Pero como sé que no es mutuo, cuando llamo a su casa, me atiende otra persona y me pregunta quién soy, yo contesto “Julia, la editora”.

La obra de Rubio como un proceso biológico que va del balbuceo a la palabra y de la sensación al sentimiento. De sus primeras obras tengo una imagen doble: primero la de un yo inmaduro que solo registra objetos y personas sin procesarlos y segundo la de una antena satelital sensible a formas colores y ritmos que producen la impresión de un horizonte llano e inánime, como un horizonte de llanura.
En Personajes hablándole a la pared dice (pág 11) “La indiferencia/ también es un método. Se puede deslizar/ la mirada sobre los árboles, las mesas, el mozo/ de saco arrugado, el fluorescente/ roto, la mujer que esquiva un charco, el coche/ en doble fila, bañando todo/ en el mismo tinte opaco, dejando sin cubrir,/ si acaso, algunos cuadrados,/ magros, por donde respirar…” y también en pág 28 de Música mala dice Helder “los personajes de Rubio se desplazan lentamente en la esfera del espíritu en procura de comida y toda su actividad subversiva se circunscribe a ciertas edades (infancia, adolescencia) y ciertos tópicos de la vida vecinal: la Gillette en el tobogán, las canciones pornográficas. Son parásitos que se enquistan ante el menor contratiempo: la prédica de “un locutor de la contra”, por ejemplo. Ni siquiera les queda el consuelo de haber sido hombres una vez, como a los “ex hombres” de Quiroga. Música mala registra un descenso en el árbol filogenético, una regresión simbólica a los protozoarios”… “casi no hay reflejos de dinámica social. Lo que se muestra es una galería de personajes que, aplastados bajo una capa anacrónica de determinismo naturalista, devienen interioridades alienadas, singularidades no deseadas, entes regresivos que se reproducen asexualmente, por simple bipartición, como el padre que entona/ Estoy liquidado. Mi hijo también,/ etc. En una palabra: infrahumanidad”.
Este mundo que no puede ser mas pasivo logra dinamismo y temperamento por una condición mnemónica virtual de ritmos y formas que son sincretizadas intuitivamente por el poeta y a las que este pone un ropaje plebeyo pero provienen del mundo cultural y poco tienen que ver con una empatía hacia esa realidad; parodia a través de la forma llámese Zelarrayán, Lamborghini, etc.
En sus primeras obras su lirismo se construye en base a una manipulación de resultados pág 40 de La garchofa esmeralda “Corrí a buscar papel y lapicera y de un tirón escribí un poema patético que preveía la muerte por caída en un pozo del prepúber de las curitas. Se lo di a mi maestra y al mes siguiente, en un acto oficial,… recibí el segundo premio… La maestra luego le dijo a mi madre que mi poema era el mejor, pero no le habían dado el primer premio porque era demasiado oscuro. Chau, pensé, la poesía social rinde”..., en pág 26 “Escribí elegías, poemas narrativos, odas patrióticas, haikus, cuentos policiales, ensayos sobre teoría de la posmodernidad: no todo se publicaba, pero todo daba rédito”… y pág 24 y 25 “La psicosis también me salvó de laburar. Comprendí rápidamente que podía convertirse en un medio de vida, de este modo: mis padres estaban dispuestos a que no hiciera un tratamiento dialógico, pero los profesionales les habían dicho que debía tomar una medicación de mantenimiento de por vida. Yo hacía caso por un tiempo y después dejaba de tomarla en secreto, y cuando el secreto se develaba desoía los gritos de mis viejos y seguía tan campante. Resultado: tenía una nueva crisis, me enchufaban Halopidol hasta por las orejas y quedaba mormoso un año. En esas condiciones, lógicamente, no podía conseguir trabajo, así que mi padre me sustentaba módicamente, lo suficiente para fasos, cerveza y libros. Esta manera de explotar a mi viejo pude sugerir un resentimiento oculto contra él, pero la explicación es menos novelesca y más práctica: yo no era simplemente un vago, sino, más trascendentalmente, un inútil, y de alguna manera debía mantener mis vicios”. En general los autores de la generación del noventa son manipuladores de resultados. En pág 116 “el simulacro en lugar de la idea” y 117 “El mundo referencial es ya una imagen, mudable, de otra cosa. ¿De qué? De la voluntad de dominio… la fe profunda que se deduce de sus prácticas efectivas es en un poder omnímodo… no cree en la autoridad”…Vive en guerra a causa de esta creencia.
Hay en la obra de Rubio una especie de marisma intelectual que es como un telón de fondo de toda su producción, como un caldo de cultivo elemental donde los elementos de la realidad cultural y de su entorno se mezclan, se arraciman, emergen como un destello en sus poemas; algunos terminan abruptamente o se disuelven como bosta en el poema Vie, vie, vie…raire pág 59 de Sobrantes “La novela circula como vino entre estos/ invitados. Es la sangre hecha alcohol benéfico/ para los acólitos que en diversos estados de lucidez/ sólo se embriagan para no/ morir. Es la cultura que mejora/ el espíritu humano y promueve/ el progreso del espíritu humano y progresa/ en la espiral descendente/ del espíritu humano. Si un perro entrara/ y en un rincón se pusiera en silencio/ a defecar los presentes en sus puestos/ con una media sonrisa horrenda se helarían/ y el calor mefítico de la bosta/ los derritiría”, no cobran entidad especialmente en sus primeros poemas pág 28 de Música mala dice Helder “Esta alineación sin alternativa de los sujetos se vincula, por contigüidad, con los espacios interiores: el perdedor se funde con el sofá, el círculo de cochambre que enmarca la cocina arranca del pelo sucio de su ocupante. Sujetos e interiores se vinculan, a su vez, con el contexto social y el tejido urbano al que pertenecen: el living es un búnker porque “la capital de Suroccidente es ahora una grande y hermosa ruina”. Los interiores son metonimias de los sujetos; así como aquellos se muestran permeables a los ruidos del exterior, éstos son penetrados por los diversos discursos sociales, identificados en Música mala con las señales de radio y televisión”. La realidad es un disfraz; en los primeros poemas aparecen impresiones arracimadas en un sincretismo que le da un sentido críptico por eso decimos que manipula resultados de una realidad no asimilada, (o sea: no pasada por su razonamiento, su construcción); con respecto a esto vemos un paradigma su mención a los vendedores, al negocito (pág 12 Rosario), justamente el comercio es parodia de esa confrontación limite con la otredad, frontera de aspiraciones y necesidades, coordinación inmediata y certera (para que la venta sea exitosa) frente a alguien que quizás no conozco y veo por primera vez pág 4 de Personajes hablándole a la pared “La luz del mediodía parece molestar” (y justamente la luz del día es la que fomenta la actividad, el trabajo) “si fuera algo sería jugador profesional” (actividad lúdica y gratuita) “no producir nada ni depender de nadie” (falta de compromiso con la realidad) “entregado”… “no a un don ni a una pericia, sino al mero movimiento que no sabemos si lleva hacia atrás o hacia delante o afuera”… pág 5 “tirados como amebas en el sofá, mirando las uñas que quedaron en el suelo”… pág 6 “cada palabra de la oración agrega, a mis miembros, algo más no de peso, sino de nimiedad”… pág 8 “gira el disco en la bandeja, crepita, no saben qué hacer, adónde ir”… pág 9 “siendo difícil saber si viene hacia nosotros un futuro calculado o un pasado que no va a retroceder, ¿quién de los dos se mueve primero?”
En Música mala (poema Romance) pág 17 tropos y pathos se confunden, apenas surgen los elementos reales se convierten en clichés, en compartimentos estancos de una realidad maquinal, solo se los rescata por el sonido y el ritmo “Tropos y pathos en la entrada/ se ignoran, semblantean; se los palpa, se los purga,/ están secos, en la pista se bifurcan,/ se calibran, se producen breves choques, breves/ lapsos de sueño en el baño; cada punto vigilado/ por los vicas que se plantan, los expulsan,/ en la entrada se fintean, insultan, amenazan,/ se trenzan, caen, se levantan, caen, patinan, pisan/ pedazos de bazo, segmentos sueltos/ de intestino; pierden, hacen ochos,/ sietes y nueves, se reviran y refalan/ en la sangre, entre relumbrones/ de vidrio verde, botellas rotas,/ basuras. Después viene la patrulla y limpia,/ viene la ambulancia y limpia, el cronista de Crónica/ cronifica: en el hospital están todos limpios./ Solo en el café de enfrente bebe sorbitos de café/ irlandés, sonríe, sigue las piernas de la moza/ joven, qué piernas, de una punta a la otra/ del mostrador, de la sala, de-a, de-a:/ sonríe. A la mañana le llega el matutino/ serio, que no dice nada”… “el cronista teclea porque lleva en los oídos/ la correspondencia de los armónicos: tic-tac, tic/ tac, tacatác tacatác tictictacatá----tiqui-taca./ Titula: Tragedia Espantosa En El Tropicana:/ ¡¿Hasta cuándo?! Cuando en el café de enfrente/ está solo tomando café y ve/ a uno con cara de malo, el cronista sabe/ de entrada lo que va a pasar: se toma café,/ se habla, se discute al final/ se corresponde: son armónicos ambos,/ tiquitacas. Correspondemos, dice,/ quinientos ahora, después/ rediscutimos. Mirando hacia el fondo comprueba/ la verdad de un preconcepto”. En pág 13 de Música mala sigue manipulando resultados de una realidad que no lo moviliza, incluso el arte no lo moviliza (está reproduciendo una poesía maquinalmente, con ironía… “se consuelan con lo ya aprendido” como algo mediocre). En el poema Vie, vie, vie…raire de Sobrantes pág 59 (que ya citamos anteriormente) vemos que no solo lo aprendido sino el arte de sus contemporáneos también.
Lo estrafalario en su poesía habla de un desfasaje con la realidad vivencial, prefiere jugar con lo formal, no empatiza cita y enumera, barrera entre individuo y entorno, angustiosa, contenida por la forma y exorcizada por la ironía y el ritmo.
En Rosario el poeta no solo registra sino que se involucra, se torna más deliberativo, arriesga reflexiones, precisa temas y emerge a un espacio tiempo, es como si se incorporara vivencialmente a un entorno cultural-social aunque con notas de banalización e ironía que alcanzan clara connotación en el poema Enseña de Rosario y se profundizan en un pequeño poema del libro Sobrantes, Égloga, que es como un manifiesto de su propia poesía. La égloga es una forma literaria que celebra la naturaleza, él también la celebra, pero para decir que lo natural se disuelve, es la nada, el poeta se muestra su nihilismo, y hay un uso irónico de la égloga. El viento es lo más sutil, es el que todo lo mezcla, formal e intelectualmente, como lo que hace él en su poesía. Aquí se presenta como un alquimista que en una síncresis de elementos materiales (de la naturaleza) y mentales lo trasmuta y logra hacer nacer algo nuevo en el fondo de la marmita.
El tono irónico y lúdico recorre su obra, con él mezcla los elementos borrando los contornos individuales, convencionales entre las partes y el todo. Por ejemplo las intertextualidades en sus poemas, como en pág 13 de Música mala en el poema La vida y el canto el poema se funde al final en una cita, ó en Rosario pág 23 poema Lugar privado también termina el poema con una cita de un cartel de la pared, o en Romance de Música mala, el sistema de citas denota un elemento lúdico. Juega también irónicamente con formas literarias como por ejemplo con el soneto en Prosas cortas, llena las formas literarias tradicionales con un contenido abyecto. Este juego irónico-lúdico que muestra volúmenes funciones ritmos se pone bajo el imperativo de que todo se disuelve en su principio como vimos en pág 59 de Sobrantes, (como si todo se degradara cuando se va particularizando y al final termina en su principio). Y adquiere en sus últimas obras un tono nihilista; o sea cuando la marisma intelectual se torna vivencial se vuelve nihilista, así en La garchofa… piensa la poesía mientras se piensa a sí mismo, por ejemplo en Martina, es un resumen de toda su poesía pág 104 “No me importa que no sea linda ni piola ni simpática ni compañera, no me importa que cuando estamos solos en la oscuridad y yo me desvelo y ansío, no me conteste cuando le toco el brazo, no me importa que nunca acierte con el color de tintura que le queda bien, no me importa que sus amigos no entiendan por qué estoy con ella, no me importa que se ría en los momentos serios cuando vemos una película de Coppola por el cable, no me importa el olor punzante de su entrepierna, no me importa que a veces se olvide de depilarse, no me importa que no se lave los dientes, no me importa que se acueste con tipos que las demás mujeres no tocarían ni con una pértiga, no me importa que algún pariente me llame para contarme que se encontró con una novia mía de la adolescencia y que le preguntó por mí, no me importa que desde un punto de vista estrictamente bolche ella sea una lumpen que no aporta nada a la sociedad ni a su cambio, no me importa que sus coetáneas más burguesas la consideren una grasa, no me importa que le guste Doménico Modugno, no me importa que nunca se acuerde de lo que le conté la noche anterior, no me importa que sea de Boca, no me importa que se haga la boluda cuando coqueteo en una fiesta con otra chica, no me importa que hable siempre de vivir más limpio mientras tira sus bombachas y toallas húmedas por toda la casa, no me importa que sea feliz o infeliz, porque yo a Martina la quiero.” ¿Que un poeta de la época actual tenga este rasgo sentimental no te confunde a vos? Tanto cuando manifiesta el nihilismo como acá cuando expresa un sentimiento, eso muestra una elaboración sincera y madura de la realidad. Como si la realidad hubiera pasado por él, no es solo cita y enumeración, es como si hubiera logrado organizar en algo el caos. La poesía respira. Por fin, entre tanta lógica objetivista (…un micro pasa hacia la derecha, después se dirige a la izquierda, ahora vuelve hacia la parte baja de la ciudad, un chico se tira un pedo…., porque así es el objetivismo, no me digan que no, juajjajajajaj).
Para concluir este capítulo les informo, que mi más sincero deseo es ir uno a uno por cada uno de los noventas, como en la película Kill Bill, (a Bill lo dejo para el final), lo que pasa es que tengo poco tiempo por alguna circunstancia familiar que es de público conocimiento. Sin embargo, y si me tienen paciencia, prometo cumplir con la promesa que les hice en un comienzo y no parar hasta destripar hasta el último, a todos y cada uno de los de “la pelea”.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Siete arco iris y siete cóndores

Fuimos al refugio de Laguna Negra en Bariloche, la caminata ascendente de 14 kilómetros me dejó exhausta. Definitivamente no estaba acostumbrada. El paisaje era hermoso, sin embargo avanzábamos en hilera mirándonos los talones para no desconcentrarnos, para no perder ni un gramo de voluntad en la dispersión de la perspectiva que se ofrecía a nuestra mirada. Esa noche llovió torrencialmente, el refugio se llenó de gente que abandonaba las carpas por algo un poco más seguro, un poco menos permeable a la catarata de agua y las ráfagas que se colaban entre las rendijas y parecía que nos íbamos a desintegrar en esa cima helada de piedra, sin testigos diluirnos en la total Nada. No sé si las empanadas grasosas de la cena, el agua o el esfuerzo de la subida, la cuestión es que me descompuse, y al amanecer, cuando paró la lluvia comenzaron los vómitos. La gente se despertó y bajó a desayunar, y yo seguía endemoniada retorciéndome en violentos espasmos. Fue una purga tremenda, vacié completamente mi aparato digestivo y empecé a sentirme aliviada, purificada, pero muy débil. Por la ventana los primeros rayos de un sol claro, limpio. De pronto escucho que me llaman a gritos desde afuera del refugio:

“¡¡¡Julia vení, no te podés perder esto!!!”

Bajé como pude, todos estaban panza arriba recostados sobre las rocas mirando el cielo; entre los amigos, arracimados entorno al mate circular, había caras nuevas. Temprano por la mañana había llegado otro grupo con algunos escritores más, que se sumaban a esa tertulia literaria a 1700 mtrs de altura, entre ellos José Villa. Me lo presentaron, esa fue la primera vez que lo vi, febrero 2005, me saludó rápido y señaló con el dedo el cielo, “mirá, uno dos tres cuatro cinco…allá seis, siete arcoiris” atravesaban la porción de cielo que como una bóveda tapa el hueco glacial donde se oculta la Laguna Negra inmóvil. Es así exactamente, en la cima de la montaña ahuecada hay un lago, rodeado por paredes de piedra negra. ¡Qué podíamos decir ante ese espectáculo impresionante! Enmudecimos; José necesitaba hacía rato papel para armar un cigarrillo pero nadie tenía, fui al refugio y arranqué la última hoja en blanco de una minibiblia que siempre llevo en la mochila y se la entregué, sirvió perfectamente. Entonces como si se tratara de una alucinación, como si por efecto de un proceso alquímico, se hubieran combinado hasta adquirir forma y entidad los elementos de la naturaleza, comenzaron a lanzarse desde la cima hacia la laguna, planeando en círculo, un grupo de cóndores. En esa visión no eran animales, tampoco seres mitológicos, sino espíritus químicos que el sol hacía ascender de la piedra humedecida por la lluvia, para volver a caer después transformados en entidades más complejas. Contamos también siete.

Ahora quisiera hablar de su escritura. Por favor tengan a mano la obra reunida de José Villa publicada bajo el título Camino de vacas por Gog y Magog en 2007. Reléanla o léanla si no lo hicieron aún. Si tuviera que encontrar una imagen para la obra de Villa diría que es muy parecida a un cuadro que para verlo realmente hay que alejar la visión. Es como un impresionismo que ha perdido todo elemento figurativo, y toda alternativa de identidad. Especialmente en los primeros poemas, una enumeración de imágenes arracimadas y a veces contradictorias (por ejemplo en Cornucopia) desestructuran la realidad y diríamos que estas impresiones de los primeros poemas evolucionan en sensaciones concentrándose de enumeraciones en sensaciones, en algo más deliberativo que muchas veces se centra en torno a un tema. En página 107 de Terrible levedad dice:

“(Yo voy a pensar)
en el oscuro lenguaje de las sensaciones
Los pasajeros duermen reclinados
o piensan
en el oscuro lenguaje de las sensaciones”

El fárrago de impresiones se serena, el poeta encuentra su tono y plácidamente disfruta en él. Además los poemas más actuales tienen un encuadre más definido, como si fueran fantasmagorías que sólo afincan y cobran certeza en el lenguaje. Por ejemplo en el poema La ciudad, léanlo por favor para entender a qué me refiero, impresión fantasmal donde el ojo que mira la saliva (gusto) la química poética es lo único real. Las cosas son únicamente en la brevedad del instante en que aparecen.

La serie 8 poemas abre con una cita de Blanchot:

“Escribir es hacerse eco de lo que no puede dejar de hablar. Y por eso, para convertirme en eco, de alguna manera debo imponerle silencio. Vuelvo sensible, por mi mediación silenciosa, la afirmación ininterrumpida, el murmullo gigantesco sobre el cual, abriéndose, el lenguaje se hace imagen, se hace imaginario, profundidad hablante, indistinta, plenitud que es vacío”

En este conjunto de poemas las cosas después de un leve fulgor se escapan como por un túnel vacío:

“Eter

Todo el éter
Nos atraviesa por la galería
En la oscuridad encendemos
Un fósforo
Vemos
Un éxodo infinito”

O como en Mallarmeana, los automatismos vuelven al hombre extraño ante su propia actitud:

“Pone la cebolla en la sartén
demasiado segura de que es invierno
demasiado temerosa del olor que se lleva su pelo
de la consagración que humildemente
la perfuma. Sabe y no
que cocina
que los círculos blancos de la cebolla
pronto estarán dorados”

En sus reiteradas enumeraciones un astillero tiene la misma entidad que un conjunto de palitos en la costa, (vemos en el poema Astillero, los detalles como lo único existente).

En la serie Cornucopia el agua es la única lucidez que triunfa sobre los contornos. Por ejemplo en Higos la ausencia late. (Todo es vacío): “Estar es estar ausente”, dice. En Melones: “algo vacío como la hora se agita” (agua, metal). En Duraznos “no recuerdan nada y nada los espera”. Cuando nos encontramos con un conjunto de poemas referidos a frutas, esperamos una técnica descriptiva, acaso hiperrealista (pensando en la pintura), pero encontramos lo opuesto. Quizás en Moras o Frutillas hay una descripción un poco más clara… pero en los demás no, las incongruencias e imágenes contradictorias desdibujan la relación con el referente. Lean el poema Peras, el mundo como contorno.

Luego en el poema Noche en el paraíso de la serie Platos de café, el entorno se mueve y el hombre está inmóvil (y eso es el paraíso).

Así camino de vacas; la mención de esta frase aparece por primera vez en el poema Terrible levedad, y luego aparece como título de todo el libro. Esto es porque el poeta encuentra el tono, el tema, de ahí la importancia que le da al hallazgo. La dispersión de las imágenes de los primeros poemas, se encuadra en la segunda parte que es más deliberativa, mientras que en los primeros encontramos sucesiones de imágenes. Camino de vacas nos recuerda que no hay huellas indelebles por profundas que sean, se pasa en tropel (por la vida, como las vacas por el camino), huellas sin identidad, y al tiempo el agua o el polvo las borra para volver a repetirse con un nuevo tropel que también se desdibujará luego. Pasan las imágenes en tropel y sólo queda la huella del lenguaje. Por eso hay poemas que adquieren una forma repetitiva y circular (en el poema Las viejas: “Conversación entre dos viejas,/ dos viejas, conversación”, “Madre e hija escuchan su propio/ murmullo”, también el movimiento del mate genera la circularidad del ritmo), y automatismos que llevan a una monotonía como en el poema Lourdes.

La vida es una sucesión ininterrumpida de impresiones y sensaciones que sólo cobran identidad y se tornan significativas a través del lenguaje, que guarda silencio hasta que el lector las actualiza (Blanchot).

Veamos las definiciones precisas del diccionario:

Impresión: marca o señal que una cosa deja en la otra apretándola, como la que deja la huella de los animales. Efecto o alteración que causa en un cuerpo otro extraño. Movimiento que las cosas dejan en el ánimo. Depresión en la superficie de un hueso por la presión de partes blandas (el músculo domina el hueso en la impresión).

Sensación: impresión que las cosas producen en el alma (más sicológica) por medio de los sentidos. Emoción producida en el ánimo por un suceso o noticia de importancia.

La sensación es una elaboración sicológica de la impresión. El pasaje de la impresión a la sensación determina dos momentos en la evolución de la poética de Villa. Muchos poemas de la primera parte hasta el 2000 (excepto Terrible levedad y Las viejas que son antecedentes de lo que va a escribir después) comienzan como si vinieran de otro contexto y terminan abruptamente sin completar el sentido, e incluso sin punto final. Después del 2000 los poemas son más deliberativos, a lo mejor tienen un tema central más identificable, avanzan en un mismo sentido. En cambio en la primera parte las imágenes contradictorias y superpuestas generan una dispersión que construye la imagen como fantasmagoría.

En la escritura de Villa, el sujeto mira y recibe la impresión pero no obra sobre la vida, no hay acción de parte de él. Es un detector que registra (y es esto seguramente lo que lo vuelve un poeta objetivista). No expresa lo que siente, habla el lenguaje, la impresión cuando trabaja en la mente del lector (como ya vimos en Terrible levedad donde dice: “voy a pensar mis sensaciones y los otros las pensarán también”). No hay actitud activa, reacción ante la vida que es un discurrir que viene de lo innominado y se va a un agujero sin fondo (como en el poema Eter).

martes, 10 de agosto de 2010

Lapin

Hasta Córdoba por Mario Bravo y Honduras, hacia la casa de Evaristo Carriego transformada en biblioteca pública, cede de la Casa de la Poesía. Después de muchos años de escribir en soledad, me había encontrado con mis contemporáneos. Nos conocimos en el año 2000, en un taller de poesía organizado por una fundación que, ¡después nos enteramos!, se dedicaba a lavar el dinero de las empresas florecientes del peronismo del 90. Ahora éramos un grupo, y caminábamos inseguros los tres juntos a la lectura y feria donde estábamos por mostrar los primeros cinco libros de la pequeña editorial que habíamos presentado hacía un mes. Fue a fines del 2004, mucho calor. Llegamos, ya había bastante gente, quedaba un lugar libre en la vereda, contra la ventana, pusimos un mantel rojo con lunares blancos, unos exhibidores para libros con el logo de los caballos, y desplegamos sobre la mesa los libritos verdes. ¡Habíamos tardado un año en hacer esos primeros 5 libros!, intercalados a mano en una habitación fría de la casa donde vivía Petrarca con unos amigos en Montserrat. Él nos había convocado para su idea, y Lara y yo nos sumamos; al principio tímidamente, pero después de unos meses, engañadas y abandonadas por nuestros respectivos novios artistas, nos aferramos a ese proyecto como a una causa de fe, aún con más voluntad y fidelidad que el mismo Petrarca. Comenzó a acercarse gente a ver qué teníamos publicado, vendimos libros, nos presentaron a algunos poetas. Empecé a hablar de literatura apasionadamente con la Cabra y el Indio; ellos indagaban, me preguntaron qué libros planeábamos publicar próximamente, les dije que no estaba totalmente definido pero había un título que para Petrarca se había transformado en una obsesión, y a nosotras nos había gustado también: Las variaciones del cielo de Lapin. Me preguntaron si lo conocía, les dije que no, que era muy nueva en el mundo de la poesía, Lapin era amigo de Petrarca, y al revés, les pedí a ellos referencias. Me dijeron que Lapin era un personaje polémico, que se autoexcluía del circuito literario, que había escrito un texto maldito que tuvo que sacar de circulación porque empezaban a llegarle cartas documento por las barbaridades provocativas y el veneno que destilaban sus palabras. Escuché con atención el relato, inmediatamente se apoderó de mi un deseo incontrolable de conocerlo, ¿pero cómo?..., si Las variaciones del cielo que nosotros habíamos leído y aprobado para publicar era un poema formalista, ¡hasta me pareció un poco frío! Mi imaginación transformó las referencias que recibía: primero dibujó el contorno difuso de un hombre en semipenumbra, encerrado en una habitación oscura de piedra y techos altos, sin ventanas; después extendió un brazo y tomó una copa de vino; luego vi sus ojos inyectados en sangre, pero no por el alcohol sino por la ira, un odio profundo brillaba en sus pupilas iluminando con luz tenue la escena, entonces me di cuenta que no, no era odio, no era el vino, estaba tomando ajenjo, y lo tenebroso tenso de la escena era en realidad la fuerza contenida de su creatividad alucinógena. Era Lord Byron. A partir de ese momento conocerlo fue mi única obsesión, no paraba de presionar a Petrarca para que me lo presentara. Él no quería, porque temía que yo cometiera alguna imprudencia que podía poner en riesgo la edición del libro que a él tanto le importaba publicar. Además según decía, Lapin consideraba que era un acto de soberbia, un querer apropiarse de la persona del autor como si fuera un objeto, cuando el lector fascinado por la obra de un poeta busca conocerlo. Pero a mí no había sido el libro lo que me había entusiasmado tanto, sino las referencias que de su persona daban los otros poetas, y quería leer ese texto prohibido lo antes posible. Tanto insistí que finalmente Petrarca arregló la cita, fuimos una noche a fines de enero del 2005 a su casa, a tomar cerveza. Lapin estaba sentado frente a la computadora, su amigo el Dandy semirecostado en un sillón cama. Me acuerdo que estaba super indispuesta, cuando vi que la silla que me ofrecía tenía un recubrimiento de pana violeta, temí mancharla con sangre. Hacía mucho calor, los amigos me interrogaban y yo los desafiaba, Lapin me pareció menos en ese momento, obvio, en relación a la película que yo me había hecho en la cabeza. Le conté lo que me habían dicho de él, y comencé a pedirle, ¡a exigirle!, que me mostrara el poema ese del que me habían hablado. Él se negaba y requería argumentación, ¿por qué mostrarlo?, decía que el texto era una basura mal escrita, un exabrupto insignificante que escribió en una noche de borrachera y por error salió a la luz, y que el pensamiento que allí expresaba en verdad no lo identificaba para nada, había sido un vomito sicológico catártico. Pero yo insistía mucho, y argumentaba más. Así que al final prometió mandármelo por mail, la cerveza se terminó y me despacharon rápido con la excusa de que Lapin viajaría al día siguiente a Bariloche. En realidad no querían perder más tiempo conmigo porque esa noche habían arreglado para ir al cabaret Dolly’s, que queda en el barrio de Flores. Yo por supuesto eso no lo sabía, me enteré después. Pero a partir de ese momento empezamos a mandarnos mails y me invitó a Bariloche a pasar unos días donde él estaba con otros escritores amigos. Justo otro poeta conocido de Petrarca que terminamos publicando años después, Martin Marina viajaba a Bariloche en auto, aceptó llevarme y compartíamos los gastos del viaje. Casi nos matamos en la ruta, en el camino entre General Acha y General Roca hay un tramo de 300 km en los que no hay ninguna estación de servicio, ningún parador. Se hizo de noche justo en ese lugar, y el aire acondicionado del auto nos dejó sin batería. Nos quedamos sin luces, el auto se paraba. Los otros autos no nos veían y a toda velocidad por la ruta casi nos chocan en varias oportunidades. Yo rezaba, y trataba de calmar a Martín. No sé cómo, por milagro llegamos a Roca, llamé a Lapin para avisar que llegaría con un día de demora, él cumplía en ese momento 41 años. Esperamos que se hiciera de día, llevamos el auto al mecánico que enseguida detectó la falla y desconectó el aire acondicionado, pudimos continuar viaje y finalmente llegar a salvo.
Hablar con él de poesía es un aprendizaje y un vicio, que se extraña, ahora que la poesía es el motor de la escritura de este blog.

lunes, 31 de mayo de 2010

Piña va, piña viene…

Y otra vez hay que empezar de nuevo, otra vez retrotraerse hasta los inicios para volver a observar los hechos pero desde otra perspectiva.

Como dijimos antes, la bienvenida de Gelman que se celebró en el teatro San Martín en 1988 tuvo un efecto imán, que reunió y puso en escena, a todo y todos los poetas y movidas que espontáneamente se habían gestado a fines de los ochenta. En el caso de los Whiskys, ellos ya se conocían de los pasillos de Letras, ya eran amigos y ya habían iniciado emprendimientos juntos, como por ejemplo Edwards con La Mineta. Sin embargo en la reunión de Gelman se vieron todos juntos por primera vez cara a cara, y esa vivencia, de algún modo, se podría pensar que instaló el sentimiento en sus corazones de que formaban parte de un movimiento, de que eran los nuevos protagonistas, la nueva generación literaria que comenzaba a configurar una voz propia, heredera y a la vez enfrenada a lo que se les presentaba en ese momento como estética de sus antecesores, bajo el signo del compromiso de la literatura con la militancia política y sus consecuencias: muerte y exilio durante la época de la dictadura militar. En realidad van a rechazar la ideología, en la medida que tapa lo específico de la experiencia. Por supuesto que las circunstancias vitales que condicionan la existencia de cada individuo son únicas e irrepetibles; adherir a una ideología determinada, implica de algún modo un renunciamiento de la singularidad, y en ese sentido, creo, los del noventa no involucran sus producciones poéticas con el discurso político. Sin embargo, sí toman (vía objetivismo) la premisa del realismo socialista y la literatura política, de circunscribir su escritura a las condiciones materiales de existencia.

También el neobarroco del ochenta que absorbieron a partir de su paso por la UBA, ejercía una importante influencia en sus cabezas, que se me ocurre estructurar de este modo: la acción del sicoanálisis en la literatura había producido sus frutos, que ya habían sido probados y formaban parte del ADN de la nueva generación. En primer lugar la literatura de género, instala la idea de que la sexualidad es una construcción lingüístico-cultural, y piensa a la literatura y el arte en general como herramientas fundamentales en esa operación. En segundo lugar la exploración del inconciente a través del proceso de escritura, que en el caso del neobarroco se manifiesta en la sobreabundancia de sustantivos y adjetivos en yuxtaposición, que como un tsunami inundan la cabeza del lector, y luego se retiran dejando un resto, una reminiscencia de sentido. Esto se transforma en la poética del 90, en una concepción de la escritura como mecanismo de canalización de un impulso inconsciente: la voluntad de dominio, voluntad de poder, impulso animal que habita en las profundidades de la conciencia humana. Digamos que adquieren un mecanismo de escritura, más allá de que el producto resultante sea diferente de la estética neobarroca. Quiero decir, por ejemplo, reemplazan la poética gay por una fuerte impronta heterosexual, pero la temática entorno al sexo y el instinto sexual continúa en primer plano. En cuanto a la sobreabundancia de adjetivos y sustantivos, pasa a ser reemplazada por un predominio del componente verbal; y el exceso ornamental del neobarroco se transforma en la incontinencia del lenguaje abyecto, blasfemo, los insultos y las escenas moralmente incorrectas. Por último la influencia del sicoanálisis en el neobarroco da origen a una poética de la infancia, relacionada con la exploración del inconciente para recuperar los hechos que intervinieron de manera decisiva en la formación de la identidad y la subjetividad de la conciencia adulta. En esta línea podemos mencionar al poema “Arturo y yo” de Arturo Carrera; y en general la mayor parte de la obra poética de ese autor. Los noventa no desarrollan una poética de la infancia, pero sí de la adolescencia, relacionada con la iniciación sexual y literaria, la gesta de una obra, etc.

Me parece que la liberación del impulso barroco encuentra en el realismo objetivista un marco, un circunscribirse al aquí y ahora, a la determinación vital del sujeto. Las estructuras inconcientes, la infancia y la relación con los padres que determinan la identidad del individuo son universales, y al ingresar en lo específico de la existencia dan por resultado la estética del 90. Así es como “el ojo del choto” de Segovia y “el ano” de Zelarrayán se transformaron en los personajes más representativos de los noventa… (muajajajajaja).

Hablando en serio, uno de los primeros hechos resultantes post bienvenida de Gelman fue una lectura que se llevó a cabo en LiberArte en 1990, que organizaron Fondebrider y Durand (en representación de los que después serían los Whiskys). Luego de este encuentro, se publicaron por primera vez poemas de algunos de los noventas (Durand, Rojo, Casas, Villa, Raimondi) en el Diario de Poesía nº 14 verano 1990. A partir de ese momento se desarrolla lo que yo llamo el primer noventa, hasta 1994/ 1995. Durante ese período, mientras armaban y publicaban la 18 Whiskys y Edwards La Mineta, escribieron los primeros poemas, que en su mayoría fueron publicados en forma de libro mucho tiempo después: La zanjita (Desiderio, 1996, Ed. Trompa de Falopo), Segovia (Durand, 1999, Ed. Amadeo Mandarino, aunque apareció publicado en Poesia.com), Tuca (Casas, 1990, Libros de Tierra Firme), La campaña del desierto (Rojo, 1993, Ed. Del Diego), Música Mala (Rubio, 1997, Ed. Vox), La ciudad (Camino de vacas, Ed. Gog y Magog, 2007) Mapa (18 Whiskys nº, 1993) Ocho poemas (Ed. Del Diego, 1998) y Cornucopia (Villa, 1996, Ed. Trompa de Falopo), La ruptura (Ezequiel Alemian, 1997, Libros de Tierra Firme), Oreja tomada (Manuel Alemian, 1993, Ed. Del Diego), Culo criollo (Edwards, 1999, Ed. Siesta), Nené (Ainbinder, 1990, Ed. Nusud). La característica principal de las obras escritas en ese momento, es la temática de iniciación, la narración del génesis de su obra anclado en la situación existencial concreta de cada uno (el barrio, la ciudad natal, la clase social, el socio dialecto, una patología, etc.). Por eso los ensayos dan por resultado obras difíciles de encasillar desde el punto de vista ideológico, justamente porque la experiencia de cada individuo es tan plural y múltiple, que siempre va más allá del rótulo que se le quiera poner. Dijo Rubio en un reportaje hace poco, que en el noventa había algo así como dos bandos, los que practicaban un arte político (entre los que se incluye a sí mismo y a Gambarotta), y el bando de los Whiskys cuyo arte descomprometido estaba más relacionado con la experimentación sensorial. No estoy para nada de acuerdo con esa afirmación. Primero y principal, el único momento en que aparece en Música Mala “algo” que podamos relacionar con la política, es una imagen, brevemente desarrollada, de un hombre (que no es el sujeto de la escritura, pareciera que se refiere al padre) que cuelga o tiene colgado en una pared un cartel del PC. No creo que esto sea suficiente para considerar que se trata de una obra de arte político. Tan anclado está el poema en la experiencia personal del autor, que toda esa experimentación fonética del lenguaje que aparece en la primera parte del texto hasta que arranca, y comienza a desplegar un mundo, creo, reproduce magistralmente el desbloqueo de una asfixia, de una afasia, que abre el canal de expresión del sujeto. Es como asistir con la lectura al momento en que una persona empieza a respirar o aprende a hablar por primera vez. Mucho más allá de la política, afortunadamente. Por eso yo lo ubico a Rubio en el primer noventa y a Gambarotta en el segundo noventa. Que el autor tenga una posición política personal, que milite en un partido X, o que su padre sea un político, no significa que “haga” arte político. (A menos que se piense que todo arte y toda acción es política, que es lo mismo que decir que nada lo es). En segundo lugar, varios de los Whiskys también tienen posiciones políticas tomadas y bien conocidas por todos, por ejemplo, varios se consideran peronistas, alguno socialista, otros anarquistas o gorilas; ni que hablar de Edwards, que considera su primer libro Culo criollo, una crítica y rectificación de los principios peronistas del noventa, (según su propio punto de vista del peronismo, como peronista). Sin embargo, sí creo que hay dos noventas, y luego dos bandos que se fueron formando hacia el final de esa “Era”, como consecuencia de la transformación de la estética literaria a través del período. Entre 1994 y 1995, Durand y Rojo viajan a Inglaterra para estudiar inglés; además de conocer toda Europa, compraron muchos libros de poesía inglesa y descubrieron nuevos autores. Voy a tomar ese viaje como hito para dividir el primer noventa de lo que llamo el segundo noventa. No quiero decir con esto que el viaje en sí haya provocado un cambio en la escena literaria; pero sí, que a su regreso la situación no era la misma. Ríos, Gambarotta y Cucurto, que ya pululaban, después del 95 adquieren mayor protagonismo; y se suma Llach. En realidad lo que produce un cambio es, desde mi punto de vista, el concurso literario del Diario de Poesía, que en 1995 otorga el primer premio del certamen a Gambarotta por el poema Punctum (Libros de Tierra Firme, 1995), y en 1997 un primer premio conjunto a Cucurto por Zelarrayán (Del Diego 1998) y a Llach por Los Mickey (una poema que forma parte del libro La Raza, Ed. Siesta, 1998). Porque un premio así, otorgado por una revista literaria de la talla de Diario de Poesía, evidentemente marca tendencia; sería muy inocente pensar que no incide en el modo de recepción de un texto. Me parece que lo que caracteriza este segundo momento en los noventa es que los poemas, partiendo de una situación existencial concreta, se proyectan hacia lo colectivo. Quiero decir, Cucurto y Llach hablan desde lo autobiográfico, pero construyen la obra del “negro que escribe” cómo sale a violar y destruir para expresar su rencor, y el “cheto que escribe” cómo sale a matar negros para descargar su instinto de dominio. Si bien surgen de lo personal, expresan la voz de una clase social. Es la experiencia de la que cualquier otro “negro” o cualquier otro “cheto” podrían dar cuenta. Sólo que ellos son escritores y están ahí para decirlo. Es como si se diluyeran los personalismos del primer noventa, y mutaran hacia una voz más colectiva, (hasta llegar en 2010, al impersonalismo masivo y de eslogan publicitario de Mariano Blatt o de Carlos Godoy en la Escolástica peronista ilustrada; de la persona al prototipo social y de ahí a la masa). ¿Y qué puedo decir de Punctum?, ¡si todo el poema es un catálogo de prototipos de la sociedad argentina! Parece un libro de sociología o antropología contemporánea. No encuentro pensamiento político tampoco en Punctum, porque en el poema no se articula una opinión, la subjetividad no se filtra en ningún momento, los personajes son cosas sociales que conforman un entramado complejo. (Salvo que lo consideren arte político porque repite y repite insistente que los personajes siempre usan la mano izquierda). El sujeto de la escritura está casi del todo ausente, los presenta de manera super objetivista, no se involucra, como un científico que analiza las interacciones de los elementos que forman parte de un ecosistema, y nos lo presenta así, sin emitir juicio. Prometo que analizaré poeta por poeta y obra por obra más adelante, ahora vamos a los hechos.

Pero el quilombo, lo que realmente armó el quilombo y creó dos bandos fue otra cosa. Porque a mí me dijeron Rubio y Gambarotta, que a ellos cuando salió Segovia, y en general la Whisky, les había gustado mucho, incluso les resultó inspirador de sus propias producciones. Ellos fueron los primeros que editaron Segovia, en Poesia.com. Capaz no eran amigos íntimos, capaz venían a la literatura por otro lado, pero a todos les gustaban los mismos autores, tenían un canon común que determinaba sus gustos literarios a la hora de leer y escribir, y afirmaban las mismas boludeces (muajajajajajajaja), como que la literatura no hay que tomarla muy en serio (a pesar de que ellos mismos se dedicaban a leer poesía y escribirla). (Acerca de este tema, aparte de las citas de las entrevistas a Casas y Durand que ya comenté a propósito de Williams, ver Punctum, no me acuerdo el poema, dice lo mismo, de manera mucho más fuerte, en boca de algún personaje). Les voy a contar una anécdota para mostrar hasta que punto coinciden los que aparentemente se oponen. Cuando corregía mi poema Las bellezas del lobo para publicarlo, se lo di a leer a tres personas: Durand, Rubio y Helder. Quiero aclarar que valoro mucho lo que me dijeron porque entendí bastante a partir de sus correcciones. Sin embargo les cuento esto por otra cosa. Durand me dijo que el libro hablaba de una experiencia que NO nos pertenecía a los lectores argentinos de hoy, y por lo tanto carecía de interés, pero en especial un poema: Evolución, que le resultaba incomprensible, y vomitivo. Rubio me dijo que era necesario que le sacara al libro el tono profético bíblico que en especial se manifestaba en el poema Evolución, el cual daba cuenta de una sensibilidad poética anacrónica, y que le parecía una mierda. Finalmente Helder me dijo que sacara el poema Evolución, porque era un poema neorromántico “piantavotos”, que como además yo lo ubicaba al comienzo del libro, espantaba al posible lector antes de que tuviera la oportunidad de ver que el libro era otra cosa, en especial el poema Jaszbec, que era el que más le gustaba. En muchas otras correcciones les hice caso, pero no en esta, porque yo quería jugarme y proponer en ese libro una especie de epopeya del siglo 20 en Eslovenia (construida a partir del trabajo sobre la conciencia popular eslovena que en forma de relatos de diferentes personas que atravesaron ese proceso, confluía en mí a 20.000 km de distancia, mucho tiempo después), entonces pasé ese poema que era el único donde aparecía mi voz, al final, como conclusión y punto de partida de un nuevo comienzo. Vean como coinciden los tres en sus apreciaciones literarias.

Y sí, lo que armó el quilombo fue un texto de Durand que Mario Varela publicó en un suplemento cultural de un diario de Bariloche en el 2000. Un texto maldito como pocos, una abyección que le salió a Durand en una noche de borrachera cuando volvió en pedo a su casa y largó el poema como un vómito, como tantos exabruptos literarios que uno escribe con la mente excitada y se va a dormir, y el poema muere en ese impulso nunca más retomado. Parece que Varela le pidió a Durand un archivo con todos sus textos para llevarse al sur, y Durand le dio el “Toco”, sin saber ni lo que había adentro, lleno de cosas escritas durante mucho tiempo. Cuando Varela encontró la “bomba”, supo en el momento que causaría impacto, y pensando con mente de periodista, lo publicó. Enseguida se corrió la bola, en el texto decía muchas cosas fuertes de sus contemporáneos, era un cuadro con las miserias de todo el noventa estigmatizadas para siempre como sólo el inconciente lo puede hacer, se nota que no es obra de la conciencia. Capaz que ni siquiera son cosas que pensaba; como en un sueño, el alcohol materializó el inconciente colectivo en ese texto. Y como era de esperar se armó flor de quilombo.

Era una noche del año 2000. Por ese entonces, yo daba los primeros pasos en el mundo de la literatura. No conocía a casi nadie, salvo a Delfina y sus alumnas; y comenzaba a corregir los poemas de Transformaciones en un taller de poesía que coordinaba Bellesi, donde nos conocimos los Gog y Magog. Esa tarde nos habíamos reunido con algunas poetas, creo que Macció y Freschi estaban organizando una lectura de Zapatos Rojos. Me acuerdo que también estaba Vanna, pero se fue temprano porque eran sus primeros meses de embarazo. Cuando terminamos, Romina dijo que había una lectura en La Cigale, y varias decidimos ir. Se trataba de la presentación de la revista Voy a salir y si me hiere un rayo, editada por María Medrano, que también era compañera del taller y corregía U3 con nosotros y Bellesi. Yo seguía a Romina, apenas entramos saludó a un chico que tomaba Whisky en la barra, y me lo presentó como Martín Rodríguez. Estaba ofuscado, le contó a Romina que se habían agarrado a trompadas no sé quién y no sé quién. Se encontraron en la presentación, se increparon y finalmente salieron a pelear a la vereda. Como no entendía de que hablaban, no le di importancia a la información, y me acerqué al centro de la escena donde pude reconocer algunas caras: Miguel, Laura, Walter, todos los chicos del taller. En esa época yo frecuentaba el mundo de las artes visuales, demasiado acostumbrada al glamour y el champagne de las inauguraciones, me aburrí rápido, y me fui a mi casa.

Hoy, después de 10 años de aquel suceso, recién ahora comprendo lo que en ese momento y lugar ocurrió. Es como si lo que existía virtualmente, en el inconciente de esa situación, hubiera tardado 10 años en hacerse conciente, 10 años a través de un safari por la literatura contemporánea para entender el noventa. No sé si mis apreciaciones de hoy son correctas. Ya lo dije antes, no tengo suficiente perspectiva histórica, pero siento en este punto que una etapa está concluyendo en mi vida, alineada con el mundo que me rodea. Sólo quiero regalarles este humilde punto de vista que es Poetas en off.

lunes, 3 de mayo de 2010

Una sola cosa más acerca del objetivismo

Estoy preparando un capítulo para volver a los hechos, pero necesito investigar un poco más, así que prometo tenerlo listo para Junio. Mientras tanto, me gustaría agregar una última reflexión respecto del objetivismo, que creo que es necesaria para contextualizar la discusión teórico-literaria en la historia de las ideas. Volví a leer El tao de la física de Capra, escrito ya hace 50 años, no es ninguna novedad por cierto. También tuve una conversación con algunos físicos de la Universidad de La Plata, amigos de la familia, y esto es más o menos lo que pude averiguar. Les pregunté qué es la objetividad. Si se trata de todo aquello que podemos ver y tocar, es decir, los objetos materiales, tenemos que revisar cómo evolucionó el concepto de materia a través del tiempo. Para definir la materia era necesario identificar su unidad mínima. Primero se tomó al objeto como unidad mínima de la materia, luego los griegos al átomo. En el siglo 19, físicos ingleses descubrieron que el átomo estaba formado por unidades aún menores: un núcleo constituido por neutrones y protones, rodeado a su vez por electrones. Pero en el siglo 20, la teoría de la relatividad de Einstein permitió experimentar la fisión nuclear. Fue el punto de partida de la física cuántica, que demostró que al bombardear un átomo éste se disuelve en una cantidad infinita de partículas, cuya realidad observada y probada matemáticamente, en determinado momento deja de ser perceptible por los aparatos de medición de los científicos. A partir de ese punto, la física define a la materia como una forma de energía. Siempre teniendo en cuenta que no todas las formas de energía conocidas se pueden ver y tocar. Por otro lado, tanto un átomo como un planeta del sistema solar por ejemplo, son igualmente un conjunto infinito de partículas, de modo que desde el punto de vista de la física cuántica son iguales. Al final, el objetivista siempre termina cayendo en lo que ve para argumentar, pero no puede proponer una definición seria de nada. El concepto de objetividad y los sistemas de medición son TOTALMENTE convencionales. Sabemos que donde cambia la gravedad, cambian las medidas; por ejemplo es posible calcular que en la estrella Sirio el cuerpo humano mediría dos centímetros. También se comprobó que cuando cambia la velocidad a la que nos movemos, cambia la medida del tiempo. Los transbordadores espaciales presentaron alteraciones en sus relojes durante experimentos que se llevaron a cabo a partir de la década del 60, y no hay nada más objetivo que el tiempo. Parece que hay unas partículas que llegan desde el espacio, que los científicos lograron detectar, que se llaman mesones. Cuando pasan la barrera de la atmósfera, deberían desintegrarse antes de llegar a la Tierra por la dimensión que tienen y la velocidad inmensa a la que viajan. Sin embargo, la partícula “vive” en un tiempo “más lento”, y por eso logra llegar a la superficie. Los físicos exclamaron mientras me lo explicaban: “¡ésto es Einstein básico, Julia! El objetivismo sin aceptar nada más allá de sí mismo, es la teoría del tipo que sólo puede resolver un problema hasta donde le llega la mano, es EL HOMBRE FRENTE A LA COMPUTADORA. Así que muchachos, empecemos a ser un poquito más flexibles con otros conceptos como por ejemplo el alma y el espíritu. Porque si ustedes dicen que un objeto es una forma de energía, y además reconocen la existencia de otras formas de energía no materiales, me parece que no tienen derecho a negar la realidad del espíritu que es fundamento de la materia para TODAS las religiones y la mayoría de las más importantes teorías filosóficas que produjo la cultura mundial desde la antigüedad hasta hoy. Si en la antigüedad se llegó a negar la realidad física, y se consideró al ser humano un espíritu prisionero en un cuerpo; si somos capaces de reconocer el error de haber negado una parte inalienable de nuestro ser, ¡entonces ahora no hagamos lo mismo al revés muchachos! Ni cuerpo solo, ni espíritu solo, ni dicotomías. Diferentes grados de materialidad o infinitas formas de energía posibles.

El otro día en una clase en la Facultad de Filosofía y Letras, más precisamente, en un seminario de doctorado muy interesante que estoy cursando, un alumno culto, licenciado de esa alta casa de estudios, doctorando, hijo de intelectuales, dijo refiriéndose a la forma de abordar nuestro objeto de estudio “no debemos olvidar que somos primates, creo que todos estamos de acuerdo en eso, los animales también desarrollan lenguajes”. Pensé: “¡si les llego a decir primates a mis alumnos de las escuelas técnicas del conurbano en las que doy clases… mamita, me esperan a la salida y me cagan a palos!”. Es increíble hasta donde llega la nube de pedo en la que vivimos los intelectuales, cualquier persona de sentido común se ofendería si le dicen primate, cualquiera se da cuenta que somos “primates y algo más”. Obvio que tenemos una parte animal, también hay algo de vegetal en nosotros, y nuestro cuerpo está compuesto de minerales. Pero hasta ahora no se ha encontrado ninguna prueba de que exista algún otro animal en el planeta que haya desarrollado la capacidad de abstracción. Eso demuestra, quizás no la existencia de un espíritu humano trascendente, pero sí al menos que tenemos “algo más”, una capacidad que los primates no poseen. Tendrían que ver a nuestro compañero del seminario, es un perfecto ser mental, una persona que dedica el 100% de su tiempo al desarrollo de su mente y muy poco al cuidado de su cuerpo. Es una persona sumamente inteligente, pero es visible un desbalance en favor de su cerebro, del que un primate jamás podría adolecer por instinto. Él mismo es la prueba más clara de la diferencia entre hombre y animal.

La semana pasada, leyendo un libro buenísimo para ese mismo seminario, La historia de la lectura de Alberto Manguel, encontré un pasaje que me emocionó. En el capítulo El libro de la memoria, Manguel cita el Fedro de Platón:

"El diálogo platónico del mismo nombre se ocupa, sobre todo, de la naturaleza del amor, pero la conversación va derivando y, afortunadamente, hacia el final, el tema pasa a ser el arte de la escritura. Hace siglos, le dice Sócrates a Fedro, el dios Tot de Egipto, inventor de los dados, el juego de damas, los números, la geometría, la astronomía y la escritura, visitó al rey de Egipto y le ofreció esas invenciones para que las hiciera llegar a sus súbditos. El rey analizó las ventajas e inconvenientes de cada uno de los regalos del dios, hasta que Tot llegó al arte de la escritura. “He aquí”, dijo, “una rama del saber que les mejorará la memoria; mi descubrimiento proporciona un método para ejercitar esa facultad y ampliar conocimientos”. Pero el rey no quedó muy convencido. “Si los seres humanos las aprenden”, le respondió a Tot, “la escritura sembrará en sus almas la semilla del olvido; dejarán de ejercitar la memoria porque se fiarán de lo que está escrito, y no recordarán las cosas buscándolas en su interior, sino por medio de señales externas. Lo que has descubierto no es un método para mejorar la memoria sino para facilitar el recuerdo. Y lo que ofreces a tus discípulos no es verdadera sabiduría, sino sólo su apariencia, porque hablándoles de muchas cosas sin enseñarles nada harás que parezcan saber mucho, cuando, en su mayor parte, no sabrán nada. Y, en tanto que personas repletas no de sabiduría sino del engreimiento del saber, serán una carga para sus semejantes”. Cualquier lector, advirtió Sócrates a Fedro, “ha de ser muy ingenuo para creer que las palabras escritas pueden hacer algo más que recordar a alguien lo que ya sabe”. Fedro, entonces, se declaró convencido por el razonamiento del filósofo. Y Sócrates continuó: “Observa, Fedro, que eso es lo más extraño de la escritura, y lo que la hace verdaderamente análoga a la pintura. La obra del pintor se muestra ante nosotros como si los cuadros estuvieran vivos, pero si les haces una pregunta responden con un majestuoso silencio. Lo mismo sucede con la palabra escrita; parece hablar contigo como si fuera inteligente, pero si le preguntas algo, porque deseas saber más, sigue repitiéndote siempre lo mismo una y otra vez”.”

Es increíble que un texto escrito hace 2500 años haya podido predecir la evolución de la historia de la cultura occidental que, a partir de la conquista de América y luego la globalización, se ha expandido por todo el planeta. Las nuevas tecnologías, la computadora, etc., no es más que otro paso en la historia de la escritura. Es como si el hombre hubiera experimentado un proceso de exteriorización progresiva, hasta llegar al absoluto materialismo egoísta que vivimos actualmente, el momento de mayor oscuridad espiritual de todos los tiempos hasta ahora. El hombre vació por completo su interioridad y se volcó hacia los objetos. Sin embargo pienso que era un proceso necesario en la evolución del espíritu. Creo que teníamos que hundirnos en la mierda para resurgir como el fénix. Seguro van a decir que soy una romántica, una boluda; pero sueño con una poesía que colabora en la evolución de los siete cuerpos del espíritu humano y lo ayuda a rearmarse para recuperar, desde su condición material, los otros aspectos de su ser que han sido eclipsados.

Mi texto no tiene rigor científico, es bastante elemental; pero recurrí a fuentes confiables, y lo elaboré bastante para presentárselos. Quise ser clara para que resulte compresible. Al fin y al cabo esto es una novela. Hasta la próxima.